lunes, 9 de agosto de 2010

Invernaderos para imprevistos




Aunque habitualmente empleamos el término de "invernadero" para referirnos a otras estructuras cubiertas de polietileno, en rigor la denominación corresponde a los que se utilizan principalmente en Magallanes.
Aquellos utilizados en el extremo austral son construidos básicamente en estructuras metálicas y cubiertos de vidrio en la mayoría de sus caras, mientras que los otros se aíslan mediante cubiertas de plástico. Entre ambos tipos, es muy distinta la capacidad que poseen para modificar el ambiente interior, en contraste con el exterior.
Otra significativa diferencia radica en los costos, que, sumados a los que involucra la edificación, los riegos tecnificados y termostatos, entre otras sofisticaciones que suelen asociarse a los invernaderos propiamente tales, implica la mantención de la temperatura deseada. A nivel de autoconsumo, obtener un producto de este modo es mucho más caro que comprar una fruta exótica fuera de temporada en una verdulería bien surtida.
Para nombrar a las otras estructuras cubiertas con polietileno, cuando su conformación es más sólida que la de un simple túnel, los especialistas emplean el término de "casetas". Las posibilidades de modificar el ambiente mediante este sistema son limitadas, especialmente en zonas de climas muy rigurosos.
Sin embargo, las mismas casetas colocadas en áreas más templadas producen grandes beneficios, adelantando o atrasando producciones y mejorando la fertilidad y propagación de plantas, entre otras virtudes.

Cultivo de hortalizas bajo plástico

Para cultivar hortalizas bajo plástico existen distintas instalaciones, que los aficionados a la jardinería y los horticultores utilizan con éxito. Las láminas de plástico son mucho más económicas que el vidrio y muy fáciles de colocar en las formas más variadas de bastidores.
Con ellas se logra modificar localmente las condiciones climáticas y favorecer el crecimiento de las hortalizas en plena tierra. Resultan muy fértiles para la lechuga, el rábano, colinabo, zanahorias, espinacas, tomates, pimientos, pepinos y otros. Sirven también después de la siembra, para proteger de las heladas tardías y las bajas temperaturas a las hortalizas que necesitan calor.
Una de estas instalaciones son los túneles, que se aplican perfectamente a los fines descritos y en principal en la siembra de almácigos, para los cuales se requiere más calor que el ambiental. Puesto que no conviene repetir dicha siembra en el mismo suelo, la estructura se desmonta en estos casos una vez que se desocupa, para rearmarla en otro sitio en la siguiente temporada.
Resulta bastante fácil habilitar túneles bajo plástico con aros de mimbre que se clavan al suelo, a una distancia de un metro uno de otro. También se puede emplear alambre o tubos de polietileno. La anchura y la longitud de ellos se adecuan a las medidas de las platabandas, de manera que abarquen el área útil más sus bordes. Si ésta mide un metro de ancho, el túnel debe tener 1,30 m de base y una altura de no menos de 70 cm.
Los túneles altos o "campanas" se emplean de la misma manera que los invernaderos. Se trata de construcciones con arcos, listones de madera o estructura metálica, por lo tanto más sólidos que los de baja altura y con varias caras bien sujetas al suelo. Es importante que estén bien instalados, porque siendo más altos, no resisten bien las ráfagas de viento.
Para estas casetas, las láminas de polietileno son algo más gruesas que para los túneles corrientes, de entre 0,1 y 0,2 mm de espesor. Una lámina normal no dura más de un año, pero las hay de dos temporadas. Al cabo habrá que vestir nuevamente la armazón y, a pesar de ello, resultan ventajosas desde el punto de vista de su productividad.

Cama calientes

Las famosas camas calientes se construyen con una capa espesa de estiércol en descomposición, la cual produce un calor suficiente como para durar desde fines de invierno hasta el principio del verano. El mejor material es el estiércol de establo medio descompuesto, deyecciones de caballo o vacuno mezcladas con paja, hojas u otro ingrediente orgánico a partes iguales, para evitar un alza brusca de la temperatura al fermentar demasiado. Se dispone esta mezcla en el fondo, colocando una capa de 30 a 40cm, y se comprime fuertemente, para agregar a continuación 12 a 15cm de buena tierra de almácigo, que se comprime también, pero no demasiado.
Este sistema está perdiendo vigencia últimamente, debido a la mejor tecnificación que los otros métodos han alcanzado, aunque todavía se justifican en lugares de climas extremos.
Para generar el calor, se emplean igualmente sistemas eléctricos o una red de cañerías ubicada en el fondo de la cama, por las cuales circula aire o agua caliente.
En caso de utilizar estiércol, es necesario hacer una excavación de 50-60cm de profundidad, por 2 a 2,5 metros de ancho y una longitud variable según se requiera. A menos que el suelo a ocupar sea duro, compacto e impermeable, se construyen paredes de ladrillo de soga o de pandereta, de manera que sobresalgan del nivel del suelo unos 25cm, en el costado expuesto al norte, y unos 50cm en el que mira al sur. Este último puede ser reemplazado por cajones de madera de la misma altura. Sobre estas estructuras se instalan bastidores removibles cubiertos con polietileno.
Aunque no necesariamente utilizamos todas estas técnicas, al conocer sus ventajas y la manera en que transforman los resultados agrícolas, comprenderemos mejor los requerimientos propios de nuestra parcela en materia de protección de cultivos.

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